Cuando una deuda no se paga a tiempo, el acreedor puede acudir a la justicia. En ese escenario aparece la demanda ejecutiva, un procedimiento judicial rápido y contundente. Su objetivo es uno solo: obligar al deudor a pagar lo que debe, utilizando la fuerza de la ley.

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¿Qué caracteriza a la demanda ejecutiva?

A diferencia de otros juicios, en este proceso no se discute si la deuda existe o no.

El tribunal parte de la base de que ya hay un documento que prueba la obligación, como un pagaré, una letra de cambio o una factura aceptada. Estos se llaman títulos ejecutivos, y son el respaldo legal que permite iniciar el cobro.

El proceso judicial

Una vez presentada la demanda, el juez puede ordenar el embargo inmediato de los bienes del deudor. Esto incluye cuentas bancarias, sueldos o propiedades.

Todo ocurre con rapidez.
Si el deudor no paga o no se defiende a tiempo, el proceso avanza hasta el remate de los bienes para cubrir la deuda.

Sin embargo, existen alternativas. El deudor puede oponerse mediante excepciones legales, alegando, por ejemplo, que la deuda ya fue pagada o que el documento no tiene validez. También puede negociar un acuerdo extrajudicial antes de que la situación llegue a mayores.

¡Sin reclamos! La demanda ejecutiva es el proceso legal que puede embargar tus bienes

Recibir una demanda ejecutiva no significa que todo esté perdido. Pero sí implica actuar con urgencia. El tiempo para responder es corto y los efectos pueden ser graves. En este tipo de procesos, contar con abogados especializados en deudas es esencial. Ellos pueden revisar el caso, preparar la defensa y evitar el embargo de bienes.

Defender tus derechos y entender el proceso es el primer paso para recuperar la tranquilidad financiera.

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