En Chile, las deudas no duran para siempre. La ley reconoce que el paso del tiempo puede borrar el derecho de cobrarlas judicialmente. A este fenómeno se le llama prescripción, y aunque muchos la desconocen, cumple un papel esencial en el equilibrio entre acreedores y deudores.

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¿Para qué la prescripción se mantiene presente?

Sucintamente, existe porque la justicia no puede permitir que una deuda se mantenga viva sin límite.

Si un acreedor no actúa durante años, la ley entiende que renunció, en cierta forma, a exigir el pago. También busca proteger al deudor, quien no puede vivir toda su vida con el temor de una demanda que nunca llega. La prescripción da certeza y seguridad jurídica, dos principios básicos en cualquier sistema legal moderno.

Este mecanismo también tiene un sentido social. Permite que las personas puedan rehacer su vida financiera luego de un tiempo razonable. El derecho busca la paz y el orden.

Por eso, impone plazos concretos.

  • Las deudas comunes prescriben a los cinco año.
  • Los pagarés o letras a los tres.
  • Las tributarias siguen reglas especiales.

No obstante, la prescripción no se aplica automáticamente. El deudor debe solicitarla ante un tribunal.

En otras palabras, si ya pasó mucho tiempo y no hubo acciones de cobro, existe la posibilidad de pedir que la deuda sea declarada prescrita. Esto no borra la historia, pero impide que el acreedor la exija por vía judicial. Así, el sistema busca justicia y equilibrio: quien tuvo la oportunidad de cobrar y no lo hizo, pierde su derecho; y quien cargó con esa deuda por años, puede volver a empezar.

Prescripción de las deudas: ¿Por qué existe en Chile?

La prescripción es una herramienta legal que otorga seguridad, límite y esperanza a los deudores chilenos.

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