Miles de personas conviven con deudas que arrastran por años. Muchas veces lo hacen en silencio, sin saber que la ley contempla la prescripción de la deuda como una salida legal. Este mecanismo no es automático ni inmediato, pero puede convertirse en una oportunidad real para quienes buscan dejar atrás obligaciones impagas que ya no deberían exigirse.
Es una figura legal que extingue ciertas deudas cuando transcurre un determinado plazo sin que el acreedor haya tomado acciones judiciales para cobrarlas. En otras palabras, si el acreedor no se mueve, la ley puede proteger al deudor.
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El plazo de prescripción no es el mismo para todas las deudas. Por ejemplo, las deudas bancarias y comerciales, como créditos de consumo, líneas de crédito o tarjetas, prescriben generalmente a los cinco años. En cambio, las deudas por servicios básicos –como agua, luz o gas– pueden prescribir en un plazo menor, normalmente de tres años.
Es muy importante considerar que el conteo de ese tiempo comienza desde el último acto de cobro efectivo, como una demanda judicial o un reconocimiento de la deuda por parte del deudor. Si hubo acciones en medio, ese plazo se reinicia. Por eso, tener documentos que prueben la inactividad del acreedor durante el tiempo requerido es clave.
No basta con esperar para la prescripción; ¡hay que actuar!
Un error frecuente es pensar que la deuda simplemente «caduca» con el tiempo. La prescripción no opera de manera automática. El deudor debe solicitarla expresamente ante un tribunal, como parte de una gestión judicial. Es decir, tiene que “invocar la prescripción” como defensa legal frente a una demanda de cobro o incluso como acción principal para eliminar el registro en DICOM u otras bases.
Para lograr este objetivo, lo más recomendable es contar con el respaldo de abogados expertos en materia civil o defensa de deudores. Ellos conocen los procedimientos, sabrán qué documentos presentar, cómo argumentar el caso y cómo enfrentarse jurídicamente al acreedor.
¿Qué se necesita para iniciar el proceso?
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Un certificado de deuda o algún antecedente que acredite la existencia del compromiso financiero.
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Información sobre la fecha del último cobro o contacto del acreedor.
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Pruebas de que no se ha realizado acción judicial dentro del plazo que exige la ley.
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La asesoría de un profesional que pueda presentar la demanda o la defensa invocando la prescripción.
¿Y si el acreedor me demanda?
En ese caso, la prescripción puede utilizarse como defensa en el juicio. Pero solo si se alega formalmente en la oportunidad procesal que la ley establece. Si no se hace a tiempo, se pierde la posibilidad de invocar esta herramienta.
Por eso, incluso antes de ser demandado, muchas personas optan por iniciar una gestión de prescripción activa, lo que les permite regularizar su situación financiera y salir de los registros de morosidad.
La prescripción es un recurso desconocido, pero poderoso
La prescripción es una salida real para quienes arrastran deudas impagas durante años. Sin embargo, requiere de atención, de conocimientos jurídicos y de tomar acción a tiempo. Esperar que el tiempo borre mágicamente las deudas es un error. Pero usar la ley a tu favor, con respaldo adecuado, puede marcar un antes y un después en tu situación financiera.
Nuestro equipo de especialistas puede ayudarte a revisar tu caso y encontrar la mejor estrategia para que recuperes tu tranquilidad.