En Chile, ser aval no es solo un acto de buena voluntad. Es asumir una carga financiera tan real como si la deuda fuera propia. Muchos aceptan este compromiso sin conocer los riesgos. Pero entender lo que significa es clave para evitar problemas futuros.
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Un aval es una persona que respalda una deuda
Si el titular del crédito no paga, el avalista debe responder.
Es una garantía personal muy común en préstamos bancarios, arriendos o contratos comerciales. Y aunque parezca un simple respaldo, la responsabilidad legal que conlleva es significativa.
Cuando alguien firma como aval, el compromiso queda por escrito. Ese documento define condiciones y términos. No se puede deshacer con una simple conversación. Y ante la ley, el avalista queda tan comprometido como el deudor principal. De hecho, el acreedor puede cobrarle directamente sin pasar primero por quien pidió el crédito.
Si el avalista no paga, puede enfrentar embargos o remates judiciales.
Su patrimonio queda en juego.
Aunque después tenga el derecho de cobrarle al deudor lo que pagó, esa recuperación no siempre es fácil ni rápida.
¿Qué debes considerar antes de firmar?
Aceptar ser avalista requiere pensar en frío. No basta con la confianza. Es necesario evaluar si se tiene la capacidad financiera para asumir la deuda en caso de que el titular no cumpla. Muchos terminan arrastrando deudas que nunca pidieron.
En resumen, el aval es una herramienta útil en el mundo financiero. Pero también es una gran responsabilidad. En Deudas.cl recomendamos informarse bien y, de ser posible, pedir asesoría legal antes de firmar. Porque ser avalista puede parecer un favor, pero si algo falla, se convierte en una obligación con consecuencias reales.
Nuestro equipo de especialistas puede ayudarte a revisar tu caso y encontrar la mejor estrategia para que recuperes tu tranquilidad.
