Perder el trabajo es una situación crítica. Pero cuando además existen deudas pendientes, la situación puede convertirse en un verdadero desastre financiero. El desempleo no solo interrumpe el ingreso mensual, sino que también impide cumplir con los pagos ya pactados con bancos, casas comerciales o servicios básicos. Esto genera incumplimientos, intereses, gastos de cobranza e incluso el riesgo de terminar demandado.
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¿Por qué es (aún más) crítico el desempleo cuando hay deudas?
El primer impacto es inmediato: sin ingresos, el deudor deja de pagar.
Si existía un convenio de pago, este se rompe, y con ello se pierden las condiciones negociadas, como cuotas más blandas o intereses rebajados. La deuda vuelve a su forma original, con todo el peso de los intereses moratorios. Esto, además, acelera los procesos de cobranza. En muchos casos, se reactiva la vía judicial y aparece el fantasma del embargo.
A los pocos días de incumplimiento, muchos acreedores informan la morosidad a DICOM. Y una vez ahí, las puertas del crédito se cierran.
La persona desempleada y endeudada se enfrenta a un doble bloqueo:
No tiene ingresos ni acceso a nuevas alternativas de financiamiento.
En algunos casos, se suman las dificultades para postular a subsidios, arrendar una vivienda o incluso conseguir un nuevo empleo.
A esto se suma el peso emocional
La ansiedad, el estrés y la angustia se hacen parte de la vida diaria.
La búsqueda de trabajo se vuelve más difícil cuando hay presión financiera. Y lo más peligroso: muchas personas recurren a nuevos créditos para pagar los antiguos, cayendo en un ciclo sin salida.
Sabemos que cada situación tiene solución. Existen alternativas legales y asesorías que permiten enfrentar la cesantía con respaldo profesional. Si estás desempleado y tienes deudas, acércate. Podemos ayudarte a reorganizar tu economía y recuperar la tranquilidad.
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